La
débil luz solar inundó el interior del compartimento mientras ascendía hacia la
superficie de Caltaris. Los cristales de hueso espectral reaccionaron rápidamente
para evitar que su tripulante quedase cegado. Eso pemitió a Bartharal disponer
aún de unos minutos en los que pudiera emplear sus propios sentidos sin tener
que usar los potenciados que su máscara de Maestro Óseo le otorgaba. Respiró el
aire viciado del ascensor mientras hacía recuento mental del trabajo que le
quedaba por delante en esta semana estándar que debería estar lejos de su Anlith.
El
autarca Fueros, amigo y protector suyo, confíaba en él para lograr el objetivo que el mundo
astronave de Emalien tenía depositadas en su gestión de Caltaris: establecer
liths o “refugios” autosuficientes que permitieran dentro de un plazo de un
ciclo orbital poder conectarse a la red espiritual de otros liths dispersos por
Caltaris. Más adelante, esta red espiritual quedaría conectada con el mismísimo
mundo astronave de Emalien comenzando así una nueva era de dominio eldar en
este planeta.
Lo
cierto era que la tarea estaba siendo ardua, ya que parecía que el mismo
Caltaris fuera un animal salvaje y poderoso que quisiera impedir por todos los
medios ser dominado. La misma fauna y flora caltari atacaban los liths. Las
noticias siempre indicaban incidentes como invasiones de enjambres de Avispas
de Ácido que se arremolinaban contra las murallas escudo que protegían un lith,
o bien la aparición de túneles que permitían la entrada de insectos gigantes
que se precipitaban contra los habitantes al emerger a la superficie. Sin
embargo, era cierto que al menos, la mitad de los siete liths de la región bajo
su responsabilidad había logrado estabilizarse, eliminando las amenazas
cercanas cuando el hueso espectral criado y tallado por los Cantores de Hueso
maduró hasta crear un muro impenetrable tanto en el subsuelo como en las
murallas exteriores, algo complementado cuando los sistemas de escudos se
habían mejorado y perfeccionado hasta crear burbujas de energía que ningún animal
salvaje o plaga podía penetrar. Eso había permitido que en esos refugios se
construyeran infraestructuras que afianzasen a las poblaciones eldar. Aunque
quedaba mucho trabajo por hacer, Bartharal
confiaba en sus conocimientos y sus habilidades lo suficiente como para
darlo por hecho en un plazo razonablemente corto. Eso complacería a su señor y
amigo Fueros y le haría destacar entre
los demás autarcas de Emalien y se ganaría el favor del Cónclave de Keldra, la
Vidente Suprema de Emalien.
Cuando
una dulce voz avisó de que el ascenso había concluido, Bartharal se ajustó su
casco y su máscara de Maestro Óseo creció sobre su rostro hasta cerrarse por
completo. Sus finos rasgos faciales fueron sustituidos así por una faz muda e
impersonal, de la que destacaban las lentes de color azul brillante sobre el
resto de la blanca placa facial. Luego, asió su bastón rúnico de constructor
óseo y con gesto decidido, abrió la compuerta y salió mientras su túnica ondeaba
con el viento que soplaba en esos momentos. Fuera le esperaba una escuadra de
Guardianes Eldars dirigidos por un Brujo, quien con un leve gesto de su cabeza,
saludó a Bartharal mientras el resto se arrodillaba ante él. El Maestro Óseo
respondió con un movimiento de su bastón y acto seguido, fue conducido por sus
escoltas hacia un transporte gravitatorio Serpent, que grácilmente se mantenía sobre
el suelo sin esfuerzo alguno.
La
bodega de carga del Serpent estaba en penumbra, iluminada levemente por miles
de pequeñas luces de tonalidades azules y anaranjadas que realzaban las
siluetas del depurado estilo de construcción aeldari. Las líneas del diseño
hacían de aquel compartimento un sitio sofisticado a la vez que funcional.
Bartharal se sentó frente al brujo, mientras el resto de la escuadra tomaba
asiento disciplinadamente con gracilidad. La compuerta se cerró y en pocos
segundos, un leve zumbido de los reactores del transporte indicó que se
disponía a elevarse, algo que tomó unos segundos más hasta que el zumbido subió
en intensidad mientras las turbinas vectoriales se reorientaban para empujar el
Serpent, momento en el que los cinturones de seguridad se deslizaron solos y
sutilmente sobre los eldars, protegiéndoles ante los vaivenes de las
turbulencias.
Los emalien
eran eldars guerreros xenocidas, siendo temidos incluso por otros mundos eldar
por su violencia y su extremado salvajismo, como la Mantis a la que rendían
culto como encarnación de su dios Kaela Mensha Khaine. Para un emalien, la
Galaxia era un lugar prometido al dominio eldar que había que recuperar tras la
Caída. Renegaban de los métodos de otros mundos astronaves como Ulthwé ya que
para ellos la sutileza era un lujo que su raza no podía permitirse. En su visión, los aeldaria tenían que
construir una base estable desde la que poder forjar un Imperio tarea que la
misma Emalien se había adjudicado, rivalizando con otros mundos eldar como
BielTan. Para iniciar esa misión, el Cónclave bajo el poder de Keldra había
decidido dirigidir a su mundo astronave a través de la Telaraña hacia el
planeta olvidado de Caltaris y tomarlo como primera pieza de sus ambiciones.
Sin
embargo, no había sido una opción fácil. Caltaris llevaba más de dos milenios
completamente abandonada. Antes de ello, los Monkeighs habían construido miles de
ciudades y fábricas que habían hecho desaparecer prácticamente toda la fauna y
flora nativas. Ese dominio humano concluyó tras la victoria de los siervos de
los Poderes Ruinosos en una terrible guerra civil que redujo todas las áreas
habitadas a ruinas y cenizas. Como si hubiera estado esperando su venganza, la
vegetación de Caltaris reconquistó la superficie del planeta, apoderándose de
las ruinas humanas, atrapándolas y engulléndolas mientras nuevas formas de fauna
nativas aparecían y se desarrollaban sin límites.
Cuando
los emalien se establecieron en órbita de Caltaris, los primeros grupos de
exploración informaban de encuentros con criaturas terribles y una vegetación
hostil que hicieron imposibles sus misiones. Las visiones de Keldra eran
verdaderas, ya que el esfuerzo que conllevaría dominar Caltaris a sus
congéneres sería una forma de superación que les haría más fuertes y dignos de
honor para la Mantis. Por eso, decidió dividir el único y vasto continente de
Caltaris en cuatro regiones y encomendar cada una de éstas a los autarcas con
la misión de conquistarlas. Quien lograse un mayor desarrollo en un ciclo
orbital sería el merecedor del título de
Autarca Supremo. Los autarcas acordaron unas bases comunes para todos. Primero,
crearían bajo la superficie en cada una de sus regiones un núcleo inicial llamado
Anlith. Desde allí, durante un ciclo estacional, cada anlith se desarrollaría
para que al término del plazo, comenzase la competición en la superficie, con
la creación de Liths o refugios. El poderío de cada uno de ellos, su prosperidad
y área de control, aparte del número, serían los parámetros para decidir el
vencedor dentro de un ciclo orbital completo caltari.
Era de
entender el arduo trabajo que esperaba a Bartharal. De todos los liths bajo su
mando, descollaba el Lith Moranel, situado a cien kilómetros de su Anlith. Allí,
los Aedas Óseos habían erigido ya Templos de Guerreros Especialista y varios
complejos residenciales. Pero sin duda, la mayor ventaja que Fueros, el
Autarca, tenía respecto de los demás, era el Altar Mantis, un Portal de
Telaraña de dimensiones gigantescas que permitía un contacto casi permanente
con el mismo Emalien. Por ello, la potencia y dimensiones de la cúpula escudo
habían exigido de Bartharal dar lo mejor de él, mientras los Guardianes y
Exploradores mantenían a salvo a los constructores de los ataques furibundos de
la fauna y flora caltari. A partir de Lith Moranel, una red intrincada de
conductos psíquicos se desarrollaba como un tejido vivo celular hacia el resto
de liths, que prosperaban de diversas maneras adaptándose al medio. Hubo casos
como los Liths situados al sur, cercanos a la Zona Muerta, que habían recibido
graves ataques. En concreto, uno de ellos había sido arrasado por criaturas
arácnidas que destruyeron las murallas y acabaron con todos los emalien.
Bartharal sintió sus muertes de manera profunda, ya que había sido una
propuesta personal a su señor Fueros que provocó una pérdida innecesaria. Desde
entonces, el Maestro Óseo juró ser más diligente en su tarea, cambiando su
política expansiva a otra más conservadora, consolidando los liths más
importantes hasta hacerlos llegar a un nivel parecido al de Moranel, y sólo
entonces, barajar una nueva fundación.